Los jóvenes consumen, venden y hacen vinos. ¿Cómo los tratan las bodegas?

La conclusión a la que llegamos puede parecer algo dura: las bodegas deberían estar seduciendo a los consumidores jóvenes porque los consumidores adultos no podrán comprar sus vinos por siempre.

Es probable que muchos productores, sus agencias de publicidad, sus gerentes de marketing y encargados de prensa no estén aún hablándole a los jóvenes en una manera seria y si lo están no lo están haciendo de la manera que los jóvenes lo prefieren.

Durante estos veinte años en que realizamos el Concurso VinoSub30 escuchamos de los que tienen veintipico que se sienten discriminados por la comunicación que realizan las bodegas.

El problema de este trato (o destrato mejor dicho) es un grosero error económico. Hoy son miles los jóvenes sub30 que intercambian sus experiencias sobre el consumo de vinos en miles de post en Instagram, Twitter, Facebook o Tiktok.

La falta de una política de comunicación seria para este creciente grupo de consumidores implica un desconocimiento y una subestimación de su capacidad actual y su potencial futuro.

Es difícil creer que haya gente en la industria que piense que ésta es inmune al impacto de las redes sociales y a sus crecientes comunidades de jóvenes y apasionados consumidores.

Es fundamental conocer cómo hoy las jóvenes generaciones usan las plataformas sociales para intercambiar impresiones y experiencias sobre las marcas de los productos que consumen.

Las marcas ya no pertenecen a las empresas, son de la gente que las elige y hoy más que nunca hay que saber que en las redes sociales especialmente son los jóvenes quienes le han arrebatado el control del mensaje de las marcas.

Sin querer pontificar, me asombra la actitud de las empresas en el negocio del vino que continúan comunicando sus productos con los mismos mensajes que sirvieron en el pasado.

Es en Instagram, Twitter y Tiktok donde se desarrollan las conversaciones en que las marcas ganan o pierden su prestigio. No podemos pensar que el vino es ajeno al impacto de estas conversaciones. El poder de las redes sociales está afectando a los gobiernos, ¿no les parece que en alguna manera puedan afectar a las marcas de vinos?

Claro está que no todos los productores están errados o carecen de estrategias de comunicación orientadas a los jóvenes y las redes sociales pero este es el momento de pensar si lo que hacen (o dejan de hacer) es efectivo.

No se puede ignorar a una generación para siempre. Los humanos no somos eternos y pasados los 50 es mucho menos lo que podemos llegar a consumir.

¿Cuál sería la razón para que una bodega que hace buenos productos, aceptados por los jóvenes no tenga una política de comunicación orientada a esta franja de consumidores?

El desarrollo de muchos negocios estuvo durante años referido al consumo de los adultos. Ellos han hecho que muchos jóvenes conozcan y respeten algunas marcas. Hasta ahora venía funcionando una comunicación que impactó en padres que hoy tienen más de sesenta años y en hijos que hoy tienen cuarenta años o más, casi por igual. Además las estrategias se valieron del efecto derrame, de padres a hijos.

Pero con los sub30s la estrategia merece una revisión importante. La generación sub30 actual es la mayor que el mundo haya conocido. Son nativos digitales, saben moverse en las redes y saben lo que buscan. Lo interesante es que los jóvenes hoy no están de un solo lado del mostrador.

Son muchos los enólogos sub30 a cargo de importantes bodegas y lo son también los directivos de bodegas, los gerentes de marketing, los periodistas y los influencers del vino.

La industria del vino para su crecimiento necesita de los jóvenes consumiendo, haciendo y comunicando el vino a su propia generación. El interés que los jóvenes demuestran por el vino es tal que los convierte en una pieza esencial para el desarrollo de una industria sólida en los próximos años. No podemos ocultar esta verdad.

Daniel López Roca

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